sábado, 9 de abril de 2011

SANGRE NUEVA



SANGRE NUEVA


Camino ensimismado, bajo un sol de justicia, en dirección al concierto solidario con Japón. Los martinis de rigor han caldeado mi alma dejándola esponjosa para recibir la necesaria dosis de arte...

El joven director Omer Meir Wellber, enjuto, fresco, nervioso, escurridizo como una anguila, ha planteado un menú degustación sorprendente y amplio de conceptos.

La orquesta respira esta tarde sinceridad, cercanía y aplomo. El ambiente es relajado mientras los diversos platos van haciendo su aparición. Hay un poco de todo. Bel canto, percusión, tango, poesía.

A destacar la sobrecogedora actuación del tenor mexicano Ramón Vargas, la vis cómica del bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott, la inesperada interpretación de Omer Meir con su acordeón roto, el virtuoso dúo israelita PercaDu que nos dio una clase magistral de armonías y ritmo.

Así, lo que parecía un concierto más, entraba poco a poco sin ínfulas ni engolamientos en la categoría de lo inolvidable. La alegría tranquila, la serena paz, la fuerza imperturbable, la sensibilidad exquisita del pueblo japonés, estuvo planeando toda la tarde bajo la pulida osamenta del Palau de les Arts.

A miles de kilómetros de aquí, en el país del sol naciente, se producía una gran réplica del pavoroso seísmo de marzo abriendo nuevas brechas en otra central nuclear.

Vosotros que traeréis hijos al mundo deberíais luchar por preservar tanta belleza. No podéis seguir dóciles y ausentes. Recordar a Chernóbil, recordar el espíritu radioactivo y maligno que irá horadando eternamente (no exagero) su funerario sarcófago.

Comprender la ferocidad asesina de ese magma desatado y fuera de control hasta el fin de los días. Sublevaos. Hacer frente a sus valedores, a esos cobardes mentirosos que juegan a ser dioses como un niño juega con un revolver cargado.

Yo sé a ciencia cierta que si os rebelarais, si le dierais una oportunidad al Ser Humano para desarrollarse, han de llegar tiempos milagrosos de infinita grandeza. No lo hagáis por vosotros. Hacerlo por vuestros hijos. Esa ha de ser la herencia, el único legado digno de vuestra sangre nueva...