sábado, 16 de noviembre de 2013

PAZ INVISIBLE


PAZ INVISIBLE


  Recientemente he aprendido la vital importancia de simplificar, de efectuar una poda ejemplar en el catálogo de creencias. Una tala social, un desbroce, una criba, que nos permita expurgar lo inútil, lo accesorio, lo sobrante. Aquello que se alimenta como un parásito de nuestro espíritu.

 Famélicos, desnutridos, liberados de lo superfluo, estamos por fin preparados para comulgar en la armonía de la música. Hipnóticamente disparados, comenzamos a penetrar en nuestro centro interior.

 Maternalmente aislados como larvas, como granos de polen, bailando en formas geométricas. Ansiamos desplegarnos, esparcirnos, derramarnos...

 Yo también necesito acelerar. Alejarme de cuanto me envenena y me asfixia. No quiero una invalidez mental, una mansedumbre aséptica, una poli-condición amorfa.

 A fuerza de reducir, de suprimir y de negar resulta humanamente más sencillo dar en la diana. Descifrar la senda emocional, el camino de regreso al núcleo de la energía pura. A ese bendito punto de Luz.  A la fuente primaria...

 Con los ojos seducidos por la multiplicidad de lo latente. En absoluta abstracción, en feliz tránsito, alcanzamos mansa e invisiblemente la Paz...

jueves, 7 de noviembre de 2013

SANTUARIO



santuario

  Cuando salto a la piscina en noviembre, ese agua solemne, transparente y ruda incendia mi piel como un fogonazo, como una purgación de diamante.

 Bombeando la sangre alegremente consigo hacer diana perfecta en mi cerebro, en mi propio Universo, en mi Santuario. Al sumergirme para tocar el fondo, una lánguida calma otoñal lo inunda todo como si fuera un bálsamo...

 Me encuentro ahora soñando en un estado de cuasi-trance. Hipnóticamente inducido por la ambarina telaraña del ocaso. Cuando las cosas más profundas y sutiles parecen revelarse maternalmente en el aire.

 Una secuencia musical perfecta ha penetrado en mi. Una fuerza invisible me ha sido transferida en custodia. Un cristalino fuego que sana a la vez que devora.

 Permitiéndonos un instante de descontaminación. Desplegando una red protectora. Una especie de vigorosa gimnasia del alma. Un ecologismo del espíritu.

Construyendo un reducto de Amor, un templo vegetal, un escondite tántrico en el que bucear en busca de nuestro verdadero Yo, nuestro Yo armónico, nuestro Yo sagrado.

  Para sanar hay que llegar a la base, a la raíz, a la piedra angular de aquello cuanto somos. A la fuente de nuestras cadenas invisibles.

 Para alcanzar la fase crítica, el estado inestable, el trasparente punto sin retorno, necesitamos rodearnos de pureza. Somos un Uno con el Todo. Estamos en casa. Despertamos...