domingo, 22 de mayo de 2011

SALAS DE ESPERA


SALAS DE ESPERA


   ¿Por qué nos levantamos cada mañana para cumplir con unas obligaciones carentes del más mínimo sentido? Tal vez esta deprimente sensación de ajenidad y renuncia se adhiera a nuestro ser, capa a capa, centímetro a centímetro, de forma inevitable como el polvo.

Pese a ello, yo no tengo consciencia de ser la suma automática de todas mis circunstancias. Más bien creo ser el resultado abúlico de un cociente menguante y toxiforme.

No creo que el paso del tiempo vaya a poner a cada cual en su lugar. Salvo, claro está, que hablemos de esas horrendas urnas funerarias...

En semejantes salas de espera es preciso adquirir ciertas rutinas, ciertos hábitos saludables. No conviene por ejemplo proponer infalibles y artísticos métodos de suicidio, ni ir por ahí regalándolo todo incluso el sexo. No os recomendaría tampoco solicitar donaciones de esperma con fines gastronómicos.

Tal vez sea este el signo de los tiempos, pero no deja de asombrarme la docilidad herbívora con la que os habéis entregado a una existencia vital tan alienada.

¿No os parece terrible el destino utilitario y servil que esta cruel maquinaria social nos ha adjudicado?

De continuar así las cosas, el uso de sustancias psico-astrales va a acabar convirtiéndose, no sólo en una necesidad, sino más bien en la apremiante obligación de una civilización absurda y anti-humana.