miércoles, 14 de marzo de 2012

CONJUNCIÓN FAVORABLE

   

CONJUNCIÓN FAVORABLE

     Los seres vivos, entre ellos los humanos, no disponemos de otras seguridades que aquellas que nos brinda la repetición constante de determinados actos. Fuera de ese ejercicio mecánico auto-afirmativo sólo hay margen para el vértigo y la náusea.

         Al conjunto de esos comportamientos auto-inducidos los llamamos carácter. Al cúmulo o red de rutinas interconectadas lo llamamos sociedad. A la recopilación de estereotipos trascendentales para la permanencia de una determinada organización social las denominamos leyes. Pero, en puridad, la verdadera fuerza homogeneizadora del aparato legal proviene de la aplastante tiranía que las costumbres asimiladadas desde la más tierna infancia ejercen sobre nosotros.

         La sensación de desamparo, de rechazo, de miedo y de ansiedad que una conducta trasgresora genera en el infractor determinará, en la casi totalidad de los casos, una vuelta apresurada al redil de la normalidad.

         Mas yo no he nacido para ser domesticado. Como un error genético resulto la mera ecuación fallida de mis padres. Una excrecencia errática que exhala momentos libertinos y, a mi pesar, lunáticos.

         Una vez que me he negado a perpetuar el tránsito del mal, tan sólo me intereso en dar de beber a las ardillas, o en descifrar la vida sexual de mi mascota, o, más frecuentemente, en anotar la caprichosa dirección del viento... Y es que han sucedido determinados hechos, ciertos acontecimientos de naturaleza simbiótica que modifican absoluta y radicalmente la perspectiva...

      Aquí estamos desnudos, panza arriba, lamiendo embelesados las delicadas curvas de este oasis fugaz en buena hora descubierto.

           El dolor de la inconsciencia se esfuma y por ende, el precario equilibrio, la conjunción favorable, se muestra por fin con total evidencia.

         Desde este puesto de combate que me ha sido asignado, desde esta atalaya mágica y psicodélica, desde este singular faro, me empeño en formular palabras-archipiélago que resistan al tiempo.

         La nueva estación se impone... Es la hora de abrazarnos bajo el dosel vegetal que elabora mi alquimia. De sentir, de respirar. Aquí.., ahora... tras el susurro almibarado del bambú. Destilando lágrimas de oro en esta sublime hora de la tarde...