jueves, 31 de enero de 2013

PRESAGIOS






  PRESAGIOS

     Hoy, en la hora del almuerzo mesiánico, junto al altar donde los pájaros poetas hacen parada obligatoria para recibir su dosis ritual de alpiste, embutido en mi ceremonial indumentaria blanca, reflexiono sobre el fugaz equilibrio de los átomos.


 Hablo de ese lunático bamboleo, de esa lujuriosa danza, de esos magnéticos acordes que nos arrastran hasta la más insólita de las dimensiones.

   Partiendo del infinito silencio en el que desde hace ya más de un año me hayo inmerso. Son las zumbantes moscas y las escuálidas mariposas las que marcan el ritmo de mi trabajo metódico y callado.


  Catalogo la inmensa variedad de los extraños días en que termino anestesiado por los hipnóticos trinos de las aves. Esos seres gráciles y huraños para los que yo, tras mis funerarios actos, me he convertido en su principal benefactor.

   También y en primer lugar llegaron las ardillas. Desembarcaron en mi mente con sus orejas puntiagudas y su dominio sutil de todo lo elevado y arbóreo. Después llegó la canina e infantil presencia corretona, con su mirada atenta y desgarbada.

   Es una auténtica lección de vida la que durante todo este tiempo se me ha venido administrando de una forma inconsciente. Arcanos mayores, señales de sombras primigenias, mensajes para los que he conseguido desarrollar una cierta sensibilidad artística.

   Así llegó el cubo, la inesperada formación pétrea, que lanzó mi mente a las alturas de la fecundación simbólica. Ahora soy un ente que desborda, que vierte alucinado exclamaciones y cree firmemente en los presagios...