GIGANTES
Desde que habito en este puerto franco, a salvo de las titánicas fuerzas de la naturaleza, vivo en una constante lección de amor.
Os hablo
de atravesar montañas. De recorrer senderos por los cielos con el corazón
entregado.
Os hablo
de cosas imposibles, de seres excepcionales.
Os hablo
de los habitantes chiflados del espíritu, de los guardianes del arte, de los
ascetas, de quienes como soñadores decidieron exiliarse de sus carnes y de sus
vísceras para iniciar una viaje iniciático por su mar interior.
Porque el
secreto de una existencia plácida no radica en acumular años ni en reunir
tesoros, sino en gobernar la nave con mano recia.
Así
llegué yo como un náufrago a esta isla remota en donde cada día se vislumbra el
asombro.
Un lugar
en donde el dolor que albergaba mi corazón prácticamente ha desaparecido. Un
santuario arbóreo en el que milagrosamente he comenzado a sanar.
Aquí, en
este oasis de luz, os digo que la emoción y el afecto son un hecho diferencial
del espíritu. Una especie de lazo energético que nos conecta tímbricamente como
a las diferentes familias de una orquesta.
Y que la
práctica de la sexualidad nos hermana, porque somos, simultáneamente, los
ejecutantes de una antigua partitura y sus compositores.
Ahora sé
que la desnudez es una arma democrática y que tenemos que servirnos del arte
para explorar el mundo y transformarlo.
Soy
consciente de la necesidad de extirpar esa farsa mercantil que ha sembrado
nuestras almas con sal.
Por ello,
os exhorto, a una especie de cirugía mística. A un limpio despertar. A un nuevo
comienzo al margen de la cansina filosofía del rebaño, de sus venenosos hábitos
y de sus melancólicas ratoneras.
Por
caridad hermanos. Partir pronto hacia lo desconocido. Tened fe. Entrad juntos
en vibración orgásmica. Celebrar la comunión. Abrazar a vuestros hijos.
Completad con pasión vuestro viaje interior...
Uno no se
sucede a si mismo al dar a luz un niño, ni al plantar un árbol, ni tan siquiera
al escribir un libro. La única forma de perdurar es fundirse en el voluptuoso
crisol de lo divino. Hay que mirar siempre con el corazón elevado. Hay que
vivir en el amor como auténticos gigantes...