miércoles, 28 de octubre de 2015

PENSAMIENTO





Pensamiento

   Ardo en deseos de sublimarme, de disociarme, de redimirme, de transformarme en un acorde musical y desaparecer como el vapor que brota de las flores de la hiedra. Flores con penetrante olor a carne, flores símbolo, flores geométricas.

  He abierto una ventana en mi mente hacia la lejanía, hacia ciertas ideas que invitan a gozar de la loca alegría de lo simultáneo, de lo profundo, de lo misterioso, de lo prohibido.

  En este recién nacido mundo comienzo a usar un lenguaje cada vez más críptico con mi perra. Le cuento, por ejemplo, mi matutina estancia en la pescadería entre sangrantes rodaballos. Le insinúo la turbia y resignada mirada de las langostas, la cerrazón defensiva de los centollos, la calma congelada de las cigalas. Y mientras hablo, provocado por el vino, ella me mira alegremente y se relame.

  Mi perra es un organismo esponjoso y cálido construido para la consecución de un ideal. En sus ojos, al igual que en los míos, anida el centro máximo de la gravedad.

  Concéntricas estructuras globulares capturando cuantos Universos son capaces, devorándolo todo hacia el interior, hacia la magia de la estructura bioquímica, hacia el magma primario, hacia los rayos invisibles del pensamiento...












"La iluminación no es una meta ni un concepto. No es algo que se obtiene. Es una metamorfosis. El gusano tiene que aceptar que desaparece para transformarse. Cuando la mariposa vuela no queda en ella nada del primigenio gusano."
Ejo Takata