domingo, 28 de junio de 2015

SHANGRI-LA


shangri-la

 Misteriosos son mis pasos por el mundo. Asciendo únicamente tocado por la gracia, vibrando, con vegetal fervor.

 Un oscilante instante me reclama. Un delirio, un fogonazo sobrenatural me impone, sin más ceremonias, su celestial verdad.

 En solemne quietud, en ascendente éxtasis, a merced de las volubles corrientes subterráneas, las raíces de un colosal arbusto gorgojean de amor.

 Observo sus delicadas flores, sus blanquecinos cálices, sus estambres cubiertos de polen emitiendo a la atmósfera un hermético aroma.

 Los trinos de un invisible mirlo esparcen sobre mi voluntad una presión formidable. Una presión que me expone a la geometría variable del ojo aéreo, a la hipnótica razón del Padre-Madre.

 Ardiendo por todo ello estoy. Deseando elevarme, sublimarme, evaporarme como un ascua espiritual en el silencio transparente de la tarde.

 Más allá y por encima de mis azarosos pensamientos. Permanentemente a la búsqueda de mi buen Shangri-La









 No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.

 La tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste.
 La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.

 Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella.

Lucio Anneo Séneca.