Pensamiento
Ardo en deseos de sublimarme, de disociarme, de redimirme, de transformarme en un acorde musical y desaparecer como el vapor que
brota de las flores de la hiedra. Flores con penetrante olor a carne, flores
símbolo, flores geométricas.
He abierto una ventana en mi mente hacia la
lejanía, hacia ciertas ideas que invitan a gozar de la loca alegría de lo simultáneo, de
lo profundo, de lo misterioso, de lo prohibido.
En este recién nacido mundo comienzo a usar un
lenguaje cada vez más críptico con mi perra. Le cuento, por ejemplo, mi matutina estancia en la pescadería entre sangrantes rodaballos. Le insinúo la
turbia y resignada mirada de las langostas, la cerrazón defensiva de los
centollos, la calma congelada de las cigalas. Y mientras hablo, provocado por
el vino, ella me mira alegremente y se relame.
Mi perra es un organismo esponjoso y cálido
construido para la consecución de un ideal. En sus ojos, al igual que en los
míos, anida el centro máximo de la gravedad.
Concéntricas estructuras globulares capturando cuantos Universos son capaces, devorándolo todo hacia el interior, hacia la magia de la estructura bioquímica, hacia el magma primario, hacia los rayos invisibles del pensamiento...
"La iluminación no es una meta ni
un concepto. No es algo que se obtiene. Es una metamorfosis. El gusano tiene que aceptar que desaparece para transformarse. Cuando la mariposa vuela no queda en ella nada del primigenio gusano."
Ejo Takata
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