GOTA FRÍA
Con el tiempo comienzo a
adquirir esa amerengada inconsciencia de la que gozan los estrato-cúmulos. Y es
esta ascensión vertiginosa la primera señal del diluvio que aspira a transformar de raíz nuestra
existencia en la Tierra.
Como sociedad de estructura insectil,
como meros esclavos de nuestro ancestral condicionamiento genético, estamos
mayoritariamente ciegos a los sagrados vínculos que nos unen con la Naturaleza. Nacimos para ser sepultados
en ciudades de asfalto, gasoil y cemento. Somos y vivimos entre desechos. Esta
es la suerte que tenemos que asumir por intentar emular a los hastiados Dioses.
Lujuria al depredar
salvajemente. Avaricia al saquear cada tesoro. Ignorancia al poner precio a
cada animal, a cada montaña, a cada planta...
Y así, mientras damos la
espalda a todo lo auténticamente valioso, nos dedicamos a estrechar con fuerza
nuestras etéreas redes sociales, nuestros enriquecedores trabajos, nuestras
maravillosas y entrañables familias de sangre...
Somos todo lo que no
deberíamos haber llegado a ser. Un experimento maligno, el reverso de todo
cuanto estaba destinado a ser perfecto.
A diario aterrado y absorto
por la espasmódica quintaesencia poética, gota a gota, canción a canción,
desato definitivamente los lazos que dan
paso a un viaje intergaláctico, a una inmersión lunar, a un lance psicodélico.
Ya no hay lugar a dudas. Por
fin comienzo a manifestar los síntomas... Como las células que engendran los
tornados... Tengo la urgente necesidad de empezar a elevarme...